viernes, 3 de marzo de 2017

Transcaribe ruta al futuro que nos negamos tomar.

Definitivamente Cartagena no está preparada para ese proyecto tan magnífico que se llama Transcaribe. Los benefactores que administran ese portento de civilidad son muy buenos, pero muy ingenuos. Bueno, no son tontos. Saben que por seguridad necesitan funcionarios, guardias privados y policías para cuidar las taquillas y los torniquetes.

Pero digo que son ingenuos porque creen que los cartageneros van a esperar en total civilidad la llegada de su articulado o del padrón. Eso es lo malo de suponer que todos piensan como ellos. Los muy educados y civilizados dueños del Transcaribe sin duda harían la fila, no se amontonarían, no se codearían para robar el puesto, no empujarían desde atrás a los de adelante, se darían cuenta que hay mujeres embarazadas y ancianas adelante, así que respetarían la prioridad que hay hacia esas personas. Incluso, si alguien por alguna extraña imprudencia lo hiciera, ellos sin duda protegerían con su cuerpo a esas personas para que no fueran dañadas.

Pero no. Se adelantaron a su época. Los trogloditas que alimentan cada día su noble bestia no están preparados para asumir el compromiso de ser civilizados. No han sido educados en el necesario don de la paciencia y la aceptación de que los nobles administradores del Transcaribe han tenido que reorganizar las rutas y, para ser equitativos, han enviado buses de las rutas originales a las nuevas rutas, necesarias para ser equitativos con la ciudad y que cada rincón de la ciudad tenga un poquito de su invento, aunque sea un poquito.

Estos desgraciados que se agolpan, amontonan, empujan, codean, insultan, retan y amenazan, no merecen esto tan bueno. Algunos pretenciosos incluso reclaman que haya funcionarios pendientes de que los buses lleguen a tiempo, que pongan relojes electrónicos anunciando el tiempo estimado de llegada, como han tenido que hacer en otras ciudades donde los administradores del benéfico monopolio en una muestra ejemplar de abandono de ingenuidad. No falta el ambicioso que pretende que demarquen las líneas de las filas o que habiliten las otras entradas de cada estación o las otras estaciones que, de seguro, aún no hacen falta.

¿Hasta cuando los ciudadanos tendrán tan pueril comportamiento y aceptarán con agrado que el Transcaribe no es sólo un sistema de buses que llevan a la montonera a sus ratoneras, sino el paso al futuro que Cartagena necesita?